martes, 18 de noviembre de 2008

Déjame mirar tu obra





Amo tu silencio, y tus ojos al hablarme...
Al decirme, al penetrarme.
Tu boca bordada por mis besos, cerrada por instantes eternos.
Donde el contorno de tus labios ha de ser el camino de mi vida
Tu cuerpo, mi guitarra
Tu vida, mi poesía
Déjame entrar en lo profundo de tus pupilas,
En tus ojos bronce viejo,
Como mi tierra, como el sitio de mis pies.

Vienes, tentándome con tus manos
Haciéndome pertenecer al mismísimo cielo que nos cubre desde la altura
Al que sólo a nosotros, nos pinta el cuerpo de azul intenso.
Que nos ablanda el alma, con la sútil textura de las nubes

Y estás aquí.
Hasta mi mejor anochecer.
Dónde la luz de la luna se filtra por nuestra ventana
Iluminando tus ojos
Mostrándome tu claridad.

El mundo ha de derrumbarse y nosotros intáctos
Tu voz que despierta mi ser
Que me levanta al amanecer
Aunque no estés, aunque mi almohada suplique tu aroma
Aunque mi sol ruegue alumbrar tus párpados cerrados por la mañana

No temo
A tu lado no conoceré nunca el abismo
Siempre serás bienvenido a mi mar de palabras de amor
Siempre serás la inspiración de mis mejores pensamientos
Mi playa limpia
Para recibir tu llegada a mi arena.


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